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Las cuadrillas que 'corrían la tuna' ya habían desaparecido a mediados del siglo XIX

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Félix O. Martín Sárraga


Antes de entrar en consideración de los diferentes aspectos más relevantes de estos grupos es preciso recordar que la palabra "tuna" aparece por primera vez en el Diccionario de Autoridades (1726-1737) definida, en su segunda acepción, como "andar vagando en vida holgazana, libre y vagamunda". Dicha fuente también recogió entonces  "tunar" ("andar vagando en vida holgazana y libre de lugar en lugar") y "tunante" ("el que tuna o anda vagando") (1).

A mediados del siglo XIX Vicente de la Fuente (2) puso en boca del bachiller Sotanillas las siguientes palabras que complementan las definiciones anteriores:

“La tuna se define, una vida vagamunda y holgazana; pero en lenguaje estudiantil significa mas, pues equivale á divertirse, y comer sin estudiar". Se divide en solitaria y simultanea. La primera es cuando un estudiante se halla declarado en trueno  pero á pesar de eso continua durante el curso sus estudios, sin agregarse á ninguna pandilla, frecuentando la sopa de los conventos:” La segunda es cuando un estudiante se agrega con otros para vivir á patio, bajo las reglas de buena sociedad, y especular con su buen humor y sus instrumentos pro pane lucrando .”

Estas definiciones, por ser las primeras que han aparecido hasta la actualidad suponen nuestro punto de partida, sin olvidar que no que contemplaban entre las aportadas por los Diccionarios de la Lengua.

También es importante recordar que a partir de la Edad Media y hasta mediados del siglo XIX los escolares pobres solían conformar pequeños grupos conocidos como cuadrillas o estudiantinas (6) para “correr la tuna” en época de vacaciones, entendiéndose por ello el ir de pueblo en pueblo acompañados de instrumentos musicales, fraguando burlas a los hombres simples del campo (25), realizando diversos grados de la brivia (holgazanería picaresca que se convirtió en todo un arte de engañar halagando con buenas palabras) y llevando una vida libre, pícara, vagamunda y holgazana (3) cuya finalidad inicial fue mendigar para poder sufragar los gastos del curso pero que posteriormente todo indica que también se corrió la tuna para divertimento de sus integrantes durante las romerías de los pueblos y otras fiestas señaladas (28,29). De estas cuadrillas la más renombrada fue una que se autodenominó “bigornia” (8), a la que el Diccionario de Autoridades definió como: "algunos guapos que andan en cuadrilla y agavillados para hacerse temer” (17).

Estudiantes corriendo la tuna en 1843

Estudiantes corriendo la tuna en 1843 (A)

¿Quiénes integraban estas cuadrillas?

En el siglo XIV señala Juan Ruiz, arcipreste de Hita, da a entender que eran sopistas pues ellos solían acercarse a los conventos que repartían la sopa boba, plato caliente integrado por restos de alimentos añadidos a un caldo (9) y las palabras del bachiller Sotanillas que decía que la cuchara y la hortera eran “emblemas de la tuna y condiciones sine equibus non” (2), lo ratificaría.

Asencio González señala que estas cuadrillas de estudiantes atraían a personas con diversos intereses (llamadas por él “la aristocracia de los pícaros”), entre las que identifica “tahures, vagos, mendigos y pícaros de profesión” que se matriculaban en la universidad para recibir amparo del fuero académico y, con ello, “conseguir una casi absoluta impunidad para sus fechorías” (8). Esta afirmación viene a confirmarse con una cita de un texto del bachiller Sotanillas realizada por Vicente de la Fuente (bibliotecario de la Universidad central de Madrid en 1880) (2,47) que puso en evidencia:

  • No todos los integrantes de las cuadrillas que corrían la tuna a finales del siglo XVIII eran estudiantes ni personas tenidas entonces como "decentes".
  • Que en aquella época los estudiantes recurrían a personas extrovertidas y extrovertidas ajenas a instituciones académicas para que actuaran como postulantes y así poder recaudar más dinero.
  • Que en el seno de dichas cuadrillas había hurtos de la limosna recogida, por lo que - para evitarlos - se pactaba previamente una cantidad mínima que se quedaría para sí el postulante, repartiéndose el resto entre el resto de la cuadrilla.

¿Cuántas personas integraban estas cuadrillas?

En la literatura y prensa encontrada hasta el momento de escribir este artículo hemos hallado cuadrillas integradas desde tres personas (3,30) o cuatro (4,16,41), hasta otras formadas por siete elementos (2,8) u ocho (38).

¿A qué otros colectivos se asociaban para viajar?

Los datos, escasísimos en este tema, señalan que solían viajar con arrieros/muleros (4,39) y comediantes (4).

¿Qué instrumentos portaban?

Las fuentes nos indican que llevaban guitarra (2,5,7,9,14,26,30), guitarrón (4), laúd (9), bandurria (9), clarinete (2), flauta (4,5,14), violín (2,14,43), pandereta (2,4,5,9,14,26,30,43), vihuela (16,43) y/o salterio (2)

¿Cuándo se corría la tuna?

Dado que gran parte de la península estuvo ocupada por musulmanes desde antes de la aparición de las Universidades hasta el año de 1492, es muy probable (10) que la progresiva influencia de las costumbres islámicas en los territorios cristianos reconquistados, donde tuvieron que convivir con musulmanes conversos, la costumbre de ‘correr la tuna’ tuviera su origen en la costumbre islámica del ‘paseo mendicante’ (19,20) que los musulmanes de al-Ándalus realizaban para poder cenar todos los días [principal comida del día en este colectivo religioso] y de los ‘viajes mendicantes’ (19) que los estudiantes islámicos realizaban para ir en búsqueda de nuevos conocimientos donde los hubiere.

Inicialmente sólo podía hacerse en época de vacaciones (6,7,11,12) pues, durante el curso, lo impedía la asistencia a las aulas. En esta época, estrechados por la necesidad, salían para pedir limosna para subsistir y/o para poder continuar sus estudios. Hay datos del siglo XIX que señalan que en tiempos de antaño también se practicó en época de carnaval (6), fiestas populares (28) y para viajar de uno a otro lugar (10).

¿Qué características identitarias presentaban?

Señala Vicente de la Fuente en palabras del bachiller Sotanillas que la cuchara y la hortera eran “emblemas de la tuna y condiciones sine equibus non” (2), por su carácter de sopistas, y por sus palabras sabemos que se conocían por sus apodos (2,8), dato que se repite en otros escritos de la época (4,30). Entendemos, al igual que Asencio González (17) que los motes, además de reforzar el sentido corporativo de estos escolares medievales, suponían una estrategia para ocultar la verdadera identidad y obstaculizar la acción de la justicia dado que no eran infrecuente  que los integrantes de estas cuadrillas realizaran hurtos y bromas pesadas a las gentes sencillas de los pueblos y aldeas. Posiblemente para aclarar la identidad de sus integrantes surgió en 1800 un artículo exponiendo que 'nombre' y 'cognombre' (el apodo) eran sinónimos para identificar, de un modo convenido, a la misma persona (21).

Es de interés resaltar que, tras la abolición del traje escolar por la Real Orden, de 3 de octubre de 1835 (27), las cuadrillas que corrían la tuna continuaban usando el antiguo traje escolar en sus excursiones (26), quizás como un modo de reivindicar su identidad y diferenciarse del común de los mortales (46). 

¿Cómo veía la sociedad del siglo XIX a quienes corrían la tuna?

Como a ladrones (3,40,42), personas dadas a la riña (7), engaño, (7) y de dudoso cobro de las deudas (7). En 1843 un artículo de prensa (12) decía de quienes corrían la tuna que salen por las calles “para decir desvergüenzas a todas las muchachas, bufonadas a todas las viejas y sandeces a cuantos pillan”… y “para sacarles el dinero”.

¿Hasta cuando está registrada la costumbre escolar de correr la tuna?

Ya en 1843 hay constancia de que para el Carnaval de Madrid "se tomaba el manteo mugriento y el tricornio con su cuchara de palo para acudir al Prado en busca de conocidos a quienes embromar" (32) mientras, en el Teatro de la Cruz de la capital, se presentaba el sainete 'La astucia estudiantina' en el que salía una ronda de estudiantes a cantar la jota con guitarras, flauta y pandereta (32). Este sainete, al igual que otro titulado "El maestro de la Tuna", se estuvo representando desde la primera década de 1800 y incluido periódicamente en cartelera hasta esta década, muestra de la aceptación popular por la música estudiantina, hecho que pudo propiciar entonces la aparición de una nueva comparsa de carnaval integrada por estudiantes y vestida a la antigua usanza. Así ya surgen datos de la aparición por navidad de al menos una “comparsa vestida a la tuna” integrada por los alumnos de las clases superiores del Colegio de Humanidades para pedir limosna “a beneficio de las monjas" (31), reforzando la tesis de Asencio González relativa a la aparición de las estudiantinas de escolares en esta década y que surgieron antes las estudiantinas de alumnos de centros no universitarios que los universitarios, que surgen en la década de 1870. Muestra de ello es el siguiente artículo (44) fechado en 1874 que, además de señalar el origen universitario de los integrantes de la estudiantina, aporta datos relativos a su vestimenta y el respeto con que se comportan:

"A muchos estudiantes de Medicina, Veterinaria y otras carreras, les  entusiasma formar comparsas que, con violines, flautas, guitarras y panderetas, ejecuten por las calles valses y pasodobles. Pocas de estas comparsas visten el traje antiguo de estudiantes aunque se llaman Estudiantinas….. Generalmente se disfrazan de zuavos, aunque estos últimos años han aparecido algunos Mefistófeles....[..]... "....sus bromas son a rostro descubierto [sin máscaras] y no se atreven a tutear a nadie".

Por otra parte, un artículo (13) reflejaba en 1844: “En la época presente ya no hay en ella aquella estudiantina que se mantenía de la sopa, las nueve décimas que a ella [la sopa] concurren se sostienen de su propio pecunio, la mayor parte se las arregla en casas de huéspedes y, por consiguiente, éstos que han podido comprometerse debían experimentar notables perjuicios por la repentina ausencia de los estudiantes", o lo que es lo mismo 9 de cada 10 cuadrillas que corrían la tuna ya no estaban integradas por sopistas. Al año siguiente otro periodista (14) escribía: “"El tipo del estudiante ha variado completamente en España. El estudiante de hoy engolfado en su capa en invierno y condenado á lucir el cuerpo vestido de frac ó levita en verano.... no es el estudiante libertino de los manteos, vestimenta antigua que autorizaba cualquier licencia y con la cual los genios mas apocados cobraban ánimo, valor y desvergüenza para todo. Ya se abolieron los manteos y con ellos las costumbres estudiantinas....solo un miserable retoño nos queda que conserva algunos visos de lo que fue en la antigüedad, y para eso necesita adornarse con los mismos atavíos, necesita cubrir aquellas fórmulas preciosas sin las cuales se haría repugnante y ridículo: hablo de la estudiantina, de esa compañía de jóvenes de buen humor que armados de guitarra, flauta y pandereta, recorre las poblaciones de España mendigando alegremente una limosna. Estas compañías existen todavía, aunque en número insignificante....” (14). En 1845 aparecía en la prensa nacional un artículo breve que tildaba como “ladinos estudiantes” a los escolares de Salamanca que fueron a correr la tuna a Lisboa (34) y otro cuyo comentario resulta muy explícito: "En este momento nos atruena los oídos una cuadrilla de supuestos estudiantes de tuna verdadera, ¿cuándo se pone en planta la Ley de Vagos?" (33), prueba del concepto que, al menos en una parte influyente de la sociedad, tenían que quienes entonces corrían la tuna.

En 1846 surgen noticias en los Carnavales de Murcia (35,36) y Madrid (37) sobre la participación de Estudiantinas carnavalescas, especificándose en el caso del carnaval murciano que la estudiantina estaba “formada por los mejores músicos” de la ciudad. Ya en 1847 hay datos que indican (15) que estudiantes de casas acomodadas “salen de Salamanca á correr la tuna, no con el objeto que solían llevar los que se entregan a esa vida sino con el propósito de cultivar su educación y alcanzar eso que llaman conocimiento de mundo: viajar por diversión.

Para comprender mejor el momento de desaparición de esta costumbre escolar hay que recordar que (46):

  • Las sucesivas desamortizaciones habidas entre 1898 y 1837 supusieron la desaparición de las instituciones pías que repartían la sopa boba (posible sustento de estas cuadrillas en sus desplazamientos);
  • El cambio en el Plan de Estudios de 1836 los reorganizó (dificultando la creación de estas cuadrillas): y, sobre todo,
  • La Ley General de Ferrocarriles de 1855, que 11 años después dotó de más de 5.000 kms de vía férrea a la España peninsular (y supuso el 'golpe de gracia' a esta costumbre escolar al serle este transporte más rápido y cómodo que viajar con los muleros/arrieros como antaño).

Por otra parte, tomando los diferentes Diccionarios de español y castellano publicados a lo largo de la historia a modo de "notarios" del momento histórico en que el uso generalizado determinó la inclusión en ellos de las palabras y teniendo presente que señalan lo que en cada momento el común de los españoles entendía por cada palabra, hemos de destacar que no fue hasta 1884 cuando el Diccionario de la Real Academia Española recoge por primera vez el concepto de "correr la tuna" equiparándolo a "vida holgazana, libre y vagabunda" y lo hace como segunda acepción de "tuna" (46).

¿Qué factores pudieron influir en la desaparición de las cuadrillas que corrían la tuna?

Por todo lo expuesto en el epígrafe anterior consideramos algunos de los factores que influyeron en la desaparición de la costumbre escolar de correr la tuna pudieron ser: 

  

a)    La casi absoluta impunidad de las fechorías perpetradas por las cuadrillas que corrían la tuna hizo necesario tomar cartas en el asunto: 

  • Se aplicaron con rigor las normativas contra vagos y maleantes de los años 1751 y 1759 (18). 
  • En 1764 el Informe Campomanes encargó al Rector la tarea de vigilar que sólo se matricularan aquellos que verdaderamente estén dispuestos a estudiar y confeccionar una relación de los escolares “desaplicados o alborotadores” (18). 
  • En 1775 la Nueva recopilación de las leyes de España contempla licencias para pedir limosna, pero se concedían, previo informe de cada Rector, indicando los horarios permitidos y lugares prohibidos (22). 
  • La Real cédula de 24 de Noviembre de 1778 posteriormente recogida en la Novísima recopilación de las leyes de España de 1805 (Tomo 5; ley 8. tit. 30. lib. I.) dictamina que los escolares sólo puedan recibir pasaportes de los Rectores y Maestres de Escuela yendo de las Universidades á sus casas por vía recta y que los que contravengan dicha orden serán tratados como los demás vagos (23) sin diferencia alguna, con la incorporación inmediata al ejército o a la marina (24). 

b) La desaparición de las instituciones pías que repartían la sopa boba, consecuencia de las desamortizaciones sucesivas habidas en España [Carlos III (1767), Godoy (1800-1808), Cortes de Cádiz (1811-1813), Trienio Liberal (1820-1823), Mendizábal (1836) y Madoz (1859)].

c) El incremento relativo del poder adquisitivo de la sociedad española a mediados del siglo XIX pudo determinar que los escolares no tuvieran que recurrir a la mendicidad ni a la sopa boba.

d) Entendemos que la aparición del ferrocarril en España el 28-10-1846 fue el factor más importante que determinara desaparición de esta costumbre escolar al cambiar radicalmente la manera desplazarse los estudiantes por la península (10,46).

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Imágen:

A) El Laberinto. 16-12-1843.

Fuentes:

1. Antonio Luís Morán Saus, José Manuel García Lagos y Emigdio Cano Gómez. Cancionero de estudiantes de la tuna, el cantar estudiantil de la Edad Media al siglo XX. Pag. 82. Ed. Universidad de Salamanca, 2003.

2. Vicente de la Fuente. "Costumbres estudiantinas. La tuna". Semanario Pintoresco Españolº 19; pp. 149-152. 08-05-1842.

3. A estudiar en Salamanca. Revista Hispano-Americana, pag 32-38; 15/01/1867.

4. Javier Fuentes y Ponte. Murcia que se fue. pp 228-234. Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo. Madrid. 1872.

5. La Ilustración Española y Americana, nº 8, pag 118, 24-02-1873

6. Revista Contemporánea, nº 41; pags 228-233. Enero-Marzo de 1886

7. Revista Contemporánea, tomo XCI; pagjulio ago - sept de 1893

8. Rafael Asencio González. A vueltas con la película “Tuno negro”. Disponible enhttp://rafachencho.wordpress.com/page/12/  . 2011.

9. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Libro del Buen Amor. Ed. Castalia, Madrid. 13ª edición. 1977.

10. Félix O. Martín Sárraga. Sociedad, Universidad y Costumbres Escolares (Siglos XIII al XIX). Ponencia al “Seminario Internacional: Tradición y Vida Universitaria” organizado por la Universidad San Sebastián de Puerto Montt (Chile) el 8 de junio de 2012.

11. José García de Villalta . El golpe en vago : cuento de la 18ª centuria. Imprenta de Repullés, Madrid. 1835

12. El Laberinto, periódico universal, nº 4;  pp 53. 16-12-1843.

13. Boletín de Medicina, Cirujía y Farmacia, nº 163; pp 23. 21-01-1844

14. El Fandango, nº 3; pags 33-37, 15-02-1845

15. El Español,  nº 946; pp 1. 24/07/1847.

16. Semanario Pintoresco Español, nº 5; pp 36. 30/01/1848.

17. Rafael Asencio González. Estudianterías de antaño y hogaño. Original facilitado por el autor en 2011.

18. Rafael Asencio González. Primeras universidades europeas. Original inédito facilitado por el autor en 2012. pp. 29.

19. Dolores Oliver Pérez. Antecedentes islámicos de las Cantigas de Escolares del Arcipreste de Hita. AM, 5; pp 203-222. 1997.

20. José Amador de los Rios. Historia critica de la Literatura Española, tomo IV. pag 532-533. Madrid 1863

21. Manuel Dendo y Ávila. Ensayo de sinónimos castellanos. Mercurio de España, pag 176-177; febrero de 1800.

22. Antonio Luís Morán Saus, José Manuel García Lagos y Emigdio Cano Gómez,. Cancionero de estudiantes de la tuna, el cantar estudiantil de la Edad Media al siglo XX. Pag. 63. Ed. Universidad de Salamanca, 2003.

23. Carlos III. Real cédula de 24 de Noviembre de 1778. En: Novisima recopilacion de las leyes de España, Tomo 5; libro XII, titulo XXXI, ley XIII. 1805

24. Revista Contemporánea, nº 41; pags 228-233. Enero-Marzo de 1886

25. Semanario Pintoresco Español, pp. 410-412. 26-12-1841

26. Semanario Pintoresco Español, nº 34; pp 267-268. 26/08/1855.

27. Rafael Asencio González. Entrevista personal. 30/10/11.

28. Semanario Pintoresco Español, pag 13; 09/01/1842

29. Diario de Madrid, nº 1304; pp 4. 21/10/1838

30. J. Arias Jirón. Costumbres salamanquinas. Los estudiantes de la tuna.. En: Semanario Pintoresco Español, nº 22; pp 170-173. 02-06-1839. pp 9.

31. Fray Gerundio, pp 641. 10/12/1843.

32. La Postdata, pp 4. 01-02-1843

33. La Posdata, nº 925; pp 4. 13-02-1845.

34. El Español, nº 381; pp 4; 16-09-1845

35. El Español, nº 523; pp 1. 01/03/1846.

36. La Postdata, nº 1250; pp 2. 02/03/1846.

37. El Heraldo, nº 1134; pp 3. 24/02/1846.

38. Diario Oficial de Avisos, nº 98; pp 4. 06-02-1848.

39. La Ilustración Española y Americana, nº 10; pag 172-173, 15-03-1878.

40. A estudiar en Salamanca. Revista Hispano-Americana, pag 32-38; 15/01/1867

41. Diario de Cartagena, nº 68; pp 270-271; 09-03-1807.

42. Semanario Pintoresco Español, nº 22; pp 170-173. 02-06-1839.

43. La Ilustración Española y Americana, nº 5; pag 79 25/02/1870

44. El Ateneo Lorquino, nº 35; pp 50; 23-02-1874.

45. Félix O. Martín Sárraga. Estudiantinas que postularon en o por Murcia. Epidemias, catástrofes naturales y entorno sociopolítico en el que desarrollaron su actividad. Editado por TVNAE MUNDI y la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia. 2014.

46. Félix O. Martín Sárraga. Tuna, significado del vocablo a través del tiempo. Conferencia (texto, video) impartida en el V Seminario sobre el Buen Tunar. Complejo Enjoy. La Serena (Chile). 31-01-2015. 

47. Félix O. Martín Sárraga. No todos los integrantes que 'corrían la tuna' en el siglo XVIII eran estudiantes. TVNAE MVNDI. Publicado el 10/11/12 en: http://tunaemundi.com/index.php/publicaciones/sabias/118-no-todos-los-integrantes-de-las-cuadrillas-que-corrian-la-tuna-en-el-siglo-xviii-eran-estudiantes


Publicación: 12/12/12   Última actualización: 01/03/15