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Tuna e imagen proyectada

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Félix O. Martín Sárraga


Preparando la conferencia que los organizadores de la sede cordobesa del III Congreso Iberoamericano de Tunas me han solicitado para 2016 sobre "Tuna y Beneficencia", tras bucear en los cientos de artículos hallados y en los que se desprende la elevadísima consideración social y académica que tenían las Tunas y Estudiantinas Académicas del periodo comprendido entre 1870 y 1936, pareció oportuno tomar un descanso para reflexionar.

Como herramienta que la suscite partimos de un artículo en referencia a la visita a Barcelona que realizara en tren la Estudiantina Académica de Oporto (también citada como Tuna Escolar de Oporto por la prensa de la época el 19 de abril de 1928 procedente de Tarragona.

Estudiantina Academica de Oporto 1927 - coleccion de  Jean Pierre Silva

Estudiantina Académica de Oporto (foto facilitada por su dueño)

La expedición y su bienvenida

En el Apeadero del Paseo de Gracia les aguardaban el decano de la Facultad de Derecho, doctor Gómez del Campillo, presidiendo la comisión de catedráticos, compuesta por los doctores Saforcada, de Medicina; Xiráu, de Derecho; Tayá, de Farmacia, y Pérez Agudo, de Filosofía y Letras; el diputado señor Vancells Carreras, por la Diputación; el concejal señor Garrigo, por el Ayuntamiento; el vice-cónsul y el presidente de la Cámara de Comercio de Portugal y el señor Ribé, jefe de Ceremonial del Ayuntamiento.

En el andén se situaron numerosos estudiantes de nuestra Universidad, Instituto y escuelas especiales, con sus estandartes respectivos, cubriendo sus cabezas con el gorro escolar la inmensa mayoría de ellos.

Al llegar el tren los estudiantes iniciaron una estrepitosa salva de aplausos. Los estudiantes portugueses venían asomados a las ventanillas de los coches, saludando con los pañuelos.

El concejal señor Garriga dio la bienvenida a los estudiantes portugueses en nombre de la ciudad y el decano de Derecho lo hizo en nombre de la Universidad.

Un grupo de estudiantes y el presidente de la Federación de Estudiantes Católicos de Barcelona dieron también la bienvenida a los lusitanos en nombre de los estudiantes barceloneses.

Llamó la atención que llegasen solamente sesenta estudiantes de los doscientos que componen la estudiantina lusitana; según se dijo, porque en San Vicente, donde quedó el resto de los excursionistas, no permitía la composición del tren más admisión de plazas. Tampoco llegaron los seis catedráticos de la Universidad de Lisboa que acompañan a la tuna, quienes se quedaron también en San Vicente. Los estudiantes portugueses vestían el traje típico escolar de Portugal, cubriéndose con capa.

Acto seguido se organizó la comitiva, marchando hacia la Universidad. El paso de los estudiantes por las calles fue saludado con aplausos por el público.

Produce nostalgia leer que les esperaba en el andén comisión de catedráticos presidida por el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona junto a personalidades de la vida pública (un diputado, el vice-cónsul y el presidente de la Cámara de Comercio de Portugal, y dos representantes del Ayuntamiento), estudiantil (alumnos de la Universidad, Instituto y Escuelas Especiales) y que ello sucediera a la llegada de los 60 estudiantes lusitanos del total de 200 que conformaban la expedición acompañada por seis catedráticos de la Universidad de Lisboa.

Visita a la Universidad

Precedidos de las banderas de los estudiantes portugueses y de los estandartes de los universatirios españoles, hicieron su entrada en la Universidad constituyendo una numerosa manifestación a cuya cabeza iba la comisión de catedráticos barceloneses que fueron a recibir a los excursionistas, el vicecónsul y presidente de la Cámara de Comercio de Portugal, el concejal señor Garriga, el diputado señor Vancells y el jefe de Ceremonial señor Ribé.

El rector doctor Díaz, virrector doctor Soler Batlle y Claustro Universitario, recibieron a los estudiantes lusitanos en la escalera de honor de la Universidad, donde, entre vítores y aplausos de los escolares cambiaron saludos con los portugueses.

Seguidamente se trasladaron al Paraninfo que se hallaba atestado de estudiantes, entre los que había muchas señoritas escolares. El rector pronunció un elocuente e inspirado discurso de bienvenida, recordándoles los motivos históricos de la fraternidad lusohispana, aludiendo a la época gloriosa de los grandes descubrimientos geográficos, a las páginas inmortales de la literatura portuguesa, a la tragedia de Inés de Castro, que inmortalizó Camoens en estrofas de eterna rima, a los escritos de Eca de Queiroz, de Eugenio de Castro y otros.

Dijo después que nada significaban ya los nombres de Aljubarrota y Villaviciosa, que sólo evocan la memoria de mutuas proezas y concluyó encomendando los estudiantes portugueses a sus colegas de Barcelona, que llenos de alegría les acogían, encargándoles que al regresar a Portugal lleven el mensaje de saludo de la Universidad de Barcelona a su heroica patria, haciendo votos por la unión ibérica, mediante el afecto y el amor. Al concluir de hablar el rector, el presidente de los estudiantes portugueses don Juan Riveiro, le cubrió con su capa escolar en señal de cordialidad, aplaudiendo largamente este rasgo los escolares.

Después hablaron el presidente de los escolares lusitanos, el cónsul de Portugal y el señor Garriga, en nombre del alcalde, siendo todos ellos aplaudidos con entusiasmo.

La Estudiantina portuguesa interpretó la Marcha Real española y el himno de Portugal, que fueron acogidos con estrepitosos aplausos por los jóvenes estudiantes.

Nuevamente la nostalgia tiñe la lectura. Fueron recibidos personalmente por el Rector, Vicerrector y Claustro Universitario en la escalera de honor de la Universidad, ¡cuánto han cambiado nuestras Universidades en las que resulta rara avis, no digo que el Rector, el Decano de una Facultad muestre públicamente apoyo (y no digo económico, que también) a la Tuna que representa a su Facultad! 

Visita a las autoridades

Desde la Universidad se dirigieron los estudiantes lusitanos al Ayuntamiento acompañados del cónsul y vicecónsul de Portugal, cumplimentando al alcalde, barón de Viver, cambiándose frases cordiales de afecto y deseándoles el alcalde que la estancia de los excursionistas en esta población les sea grata.

También estuvieron en el Gobierno Civil, cumplimentando al general Milans del Bosch y en Capitanía, al capitán general señor Barrera, siendo recibidos en ambas despendencias con gran cariño.

Esta "peregrinación" era una cortesía obligada en las Estudiantinas decimonónicas y de principios del siglo XX. Con ella se pretendía, además de mostrar respeto por las autoridades de la población que visitaban, lograr su apoyo para que le facilitaran condiciones favorables de alojamiento y manutención. Era habitual depositar la bandera de la Tuna en el Ayuntamiento, que la custodiaba hasta el final de su visita, quedando a modo de "depósito" que implicaba su compromiso de honor, su "aval" de mantener una conducta ejemplar durante los días que se encontraran acogidos en esa ciudad. 

Concierto en el palacio de la Música Catalana

El orfeón y la estudiantina académica de Oporto, dieron anoche un interesantísimo concierto en el Palacio de la Música Catalana. Tanto el orfeón como la estudiantina, que dirigen, respectivamente, el doctor Futuro Barroso y el profesor del Conservatorio de Oporto don Manuel Juan Alves, son agrupaciones realmente notables y merecieron la más cordial y entusiasta acogida.

Forman la «tuna» dos flautas, seis violines primeros, siete violines segundos, cuatro mandolinas, dos violoncelos, un contrabajo y nueve guitarras, teniendo todos los ejecutantes perfecto dominio instrumental. La «tuna» tuvo a su cargo dos partes del concierto, tocando, además de la Marcha Real española y el himno nacional de su país, que fueron calurosamente aplaudidos, el «Himno académico», de Medeiros; «Momento musical», de Schubert; «Alma portuguesa», de Osorio; «Muerte de Ase», de Grieg; «Flor primaveral», de Tino; «Rapsodia ilesiana», de Souza; «Danzas húngaras», de Brahms; una «Serenata» para mandolinas y un brioso pasacalle titulado «Porto-Barcelona». La estudiantina fue festejadísima.

El orfeón, compuesto de unas cien voces, afinadas y disciplinadas, contando con solistas como el señor Santos, que es un verdadero artista del canto, después de «Portuguesa», de Keil, el himno nacional de Portugal, interpretó varias obras, arrancando continuas demostraciones de agrado.

Hubo también un recital de fados, canciones y «guitarradas», siendo los escolares repetidamente aplaudidos.

A la fiesta asistieron el rector de la Universidad, el cónsul de Portugal, el presidente de la Cámara de Comercio del mismo país, el presidente de la Asociación de la Prensa Diaria, señor Ribera y Rovira, y numerosos escolares de esta ciudad, que confraternizaron con los lusitanos."

Este tipo de conciertos fueron muy habituales en la España anterior a la Guerra Civil. Con frecuencia suponían algún tipo de ingresos económicos para que la Tuna prosiguiera su periplo o para alguna causa benéfica, no siendo raro que se hubiera facilitado o concertado en aquella primera visita al Ayuntamiento o, antes, por gtestiones de alguna avanzadilla de miembros de la Estudiantina qe viajaran antes para preparar alojamiento, dietas y actividades.

A modo de conclusión

Tanto la Academia como la Sociedad de hace cien años reconocían enormemente la ingente labor de las Tunas y Estudiantinas de entonces, prestigio ganado a pulso con sus innumerables salidas postulantes para allegar fondos destinados a socorrer a colectivos desfavorecidos por epidemias, catástrofes y guerras así como a pobres y hospitales, entre otras causas.

El paso de los años, como en todo, influye en los españoles y sus dirigentes, por lo que el cambio de valores de la Sociedad actual y, en consecuencia, de los responsables de las Universidades, no sólo determina que ya no existan tunas de un centenar (o más) de integrantes, ni que los catedráticos las acompañen en sus viajes, ni se organicen recepciones multitudinarias, mucho menos con participación de Rectores, Decanos y/o Claustro Universitario.

Este cambio fue mucho más marcado con la llegada de la democracia en 1975, deteriorándose vertiginosamente la consideración popular de la Tuna y sus integrantes, llegando al extremo de que algún que otro ignorante - y utilizo conscientemente este calificativo porque la prensa nos ha demostrado que la Tuna existe como tal y vinculada a la Universidad desde 1870 - afirmara que "la tuna era el último vestigio del franquismo".

En este deterioro del prestigio social no sólo hemos de considerar posibles causas externas (en las que el desconocimiento del pasado de las Tunas y el cambio de valores sociales parecen ser determinantes) sino también internas, siendo el uso y abuso del "parche" unas de las que, posiblemente , más haya contribuído. 

Dolorosamente vemos en todas las ciudades de España (ya copiado en el extranjero) a "grupos de parche" que se han hecho "trabajadores fijos" en determinados restaurantes. No tienen nómina pero sí el compromiso de amenizar a los clientes en día y horario prefijados a cambio de permitirles pasar la pandereta y, algunos, con una cantidad económica predeterminada. Nada más alejado del origen de esta costumbre escolar en la Tuna que, hasta no hace demasiadas décadas, el "parche" se pasaba para:

  • Allegar fondos destinados a ayudar a un integrante de la tuna que se encontraba en apuro económico y que, por ello, "llegara a fin de mes" o pudiera proseguir sus estudios.
  • Recaudar dinero para alojamiento, comida y desplazamiento en un viaje de Tuna.
  • Postular a favor de los más desfavorecidos de la sociedad, víctimas de epidemias (cólera, paludismo, etc.); enfermos y tullidos procedentes, así como viudas y huérfanos, de las guerras (de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, del norte de África); víctimas de catástrofes naturales (terremotos de Andalucía y Calabria; inundaciones en el Levante español), viudas y huérfanos resultantes de naufragios (del crucero Reina Regente, del vapor Flachat).

La proliferación de estos grupos que se han convertido en "profesionales del parche" ha sido tal y tan constante que no resulta extraño ver entre sus integrantes a personas que peinan canas y otros que, para su desgracia, no tienen ya pelo que peinar..... con lo que el descrédito hacia la Tuna se incrementa al favorecer la impresión (generalizada desde el último cuarto del siglo pasado) que el integrante de la Tuna es un mal estudiante y generando actitudes esquivas y hasta de repulsa. que podemos apreciar actualmente tanto cuando nos encontramos cenando tranquilamente en un restaurante como cuando asistimos a una boda.

Muchas serán las causas de la pérdida del prestigio social que antes se tenía (imagen proyectada por la Tuna) y muy posiblemente la principal causa que generó su deterioro partió de sus propios integrantes, por lo que en sus manos está la posibilidad de enmendarlo aunque sea imposible recuperar la consideración académica de antaño.

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Fuente:

La Vanguardia: 20-04-1928.


Publicación: 07/10/15