Ausencia del Tenorio
Ausencia del Tenorio
Eduardo Maestre
Cantara con voz firme el laúd mío
-como siempre cantó cuando hizo falta-
si mi pulso y mi plectro, en la más alta
ocasión, no se helaran con el frío
que mi espíritu anega, como un río
turbio, helado, glacial; donde no salta
ni un pez: negra corriente que me asalta
y acalla mi laúd, mi poderío.
Llevo dentro dos filas, desgranando
pasacalles que estallan mis retinas
y que ensordezco a base de argumentos.
Con mi naturaleza ando penando
mientras me nacen coplas diamantinas:
soy un cuadro de amor y de tormentos.
A MARÍA, LA LUZ DEL MUNDO
Tú sola, tú, serías suficiente
para hacer, con tu luz, la noche esclava;
tu energía brillante se bastaba
para dar luz a Oriente y Occidente.
Iluminas el Mundo. De tu frente
sale la luz que al Mundo le faltaba
para hacerse visible, y que soñaba
el mundo que tú das, iridiscente.
Mantén esa mirada, y que tus risas
sostengan ese brillo enamorante
sobre las cosas todas que tú miras,
pues las cosas son todas imprecisas
sin tu mirada exacta, iluminante;
y sin tu luz, las cosas, son mentiras.
Sonetos escritos en la sala de profesores del consevatorio Francisco Guerrero, la tarde del 31 de Octubre de 2011, a pocas horas de cenar con María, alejado de la que fue mi tuna, ausente del Tenorio y de la lectura de sonetos en Santa Marta, que yo inventé.
Triste noche, aunque llena de dignidad. Y de Amor.