Siglo XIX
La Estudiantina de la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia de Santa Cruz de Tenerife, sus póstulas patrióticas y la trascendencia de su sede

Félix O. Martín Sárraga
Por nuestras investigaciones conocemos que una de las más importantes Estudiantinas canarias no conformada por verdaderos estudiantes fue la conformada en 1895 para las fiestas de mayo (5) de Santa Cruz de Tenerife e integrada por los profesores de la orquesta de la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia y su orfeón.
Las Estudiantinas de Instituto, a propósito de un caso

Felipe J. Chaves Román
Corría el año de 1985, cuando un grupo de jóvenes estudiantes de Bachillerato, la mayoría con no más de 16 años, fundó la Estudiantina del Instituto de Enseñanza Secundaria "El Brocense" (antiguo I.N.B.), también conocida como Estudiantina del Brocense, en la capital cacereña, postulante entonces a ser declarada como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.
Diferencias entre las cuadrillas que corrían la tuna y la Tuna tras 1840

Félix O. Martín Sárraga
Desde hace años estudiamo el fenómeno de la tuna plasmando no sólo las diferencias semánticas de la palabra 'tuna' a lo largo de la historia sino las que separan a los integrantes de las cuadrillas que antaño corrían la tuna (en las que no todos sus integrantes eran escolares) con su alegada continuidad temporal.
Carnaval, pinceladas de su historia hasta que tuvo periodicidad anual

Félix O. Martín Sárraga
Al lector asiduo de nuestros artículos de investigación y conferencias no le pilla de sorpresa al binomio Carnaval – Estudiantinas y su relación con las Tunas Universitarias actuales. Sin embargo no se ha abundado en lo relacionado a su aparición y primeros desarrollos salvo las pinceladas aportadas por Asencio González.
El General Riego, su lucha contra los franceses y la 'recompensa' dada por Fernando VII

Félix O. Martín Sárraga
El único mérito del contenido de este artículo es haberlo rescatado del olvido en una hemeroteca española, pero su texto íntegro es fruto de la pluma de Augusto Martínez Olmedilla, que lo publicó en 1932 bajo el título de «El suplicio de Riego».